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¡QUE ASCO!

¡QUE ASCO!
  Ni le busquen, los 48 niños muertos en el incendio de la guardería ABC, esperemos que esa cifra no aumente, los que aún permanecen hospitalizados entre la vida y la muerte, los sobrevivientes que quedarán marcados de por vida y, por supuesto, sus padres y sus familias, son víctimas de la CO-RRUP-CIÓN del sistema político de nuestro país. No de un gobierno en particular, sino de todos los niveles de gobierno: municipal, estatal y federal e instituciones que los conforman. Hablar de instituciones y gobiernos es casi como propiciar el ocultamiento entre una masa informe y diluir la responsabilidad de quienes ocupan esos puestos, unos por elección, otros por designación, hombres de carne y hueso, con nombres y puestos definidos, que se han apoderado de esos mandos, que se mantienen en ellos, no por su eficiencia o por sus “anhelos de servir”, sino por sus actos de corrupción. Por ello se protegen unos a otros, no son más que bandas de delincuentes disfrazados de grupos políticos, incrustados en los partidos desde donde medran. ¿No es esto asociación delictuosa?, es decir, asociarse para permanecer en el poder y enriquecerse, si para ello es necesario cometer ilícitos, delitos pues, los cometen y ya, al fin y al cabo serán ellos mismos los encargados de “impartir justicia”. 
  ¿Entonces, no hay culpables? ¡Claro que sí los hay!, solo que se refugian en términos legaloides, eufemismos, como “responsables”, “involucrados”. De candidatos, juran y perjuran que harán todo lo que en sus manos esté para lograr un estado de derecho, luego, al asumir un cargo público de elección popular o por nombramiento, juran cumplir con sus funciones, cumplir con la ley y hacerla cumplir o, en caso contrario, que la sociedad se los demande. Pues bien, esos mismos torvos personajes al no cumplir con sus juramentos son los culpables de todo éste desorden y sus consecuencias. Por ello, cuando la sociedad demanda que cumplan con sus funciones, de inmediato recurren a lo tradicional: declararse “inocentes” y “echarse la bolita”, enojarse o sentirse ofendidos. Cuando en realidad los ofendidos son aquellos quienes sufren en carne propia por sus errores, omisiones o, peor aún, por sus acciones bajo los dictados de su propia y desmedida ambición. 
  El vergonzoso espectáculo que ofrecen el gobernador del estado, Eduardo Bours y funcionarios federales, como el secretario de gobernación Gómez Mont, el director del Seguro Social, el señor Karam, y demás políticos que se han atrevido a opinar, es verdaderamente asqueroso, acusándose unos a otros, tomando, cobardemente, como escudo a los niños muertos en la terrible tragedia del 5 de junio. Se acusan de politizar éste episodio, siendo que al siguiente día de la tragedia los candidatos a gobernador del estado publicaron ostentosas megaesquelas en los periódicos tratando de llevar agua a sus particulares molinos, cuanto más grandes las publicaciones tanto más es la necesidad de atraer la atención: “miren aquí estoy, ¿no ven como sufro por ustedes?, voten por mí”. El mismo gobernador Bours, después de no dar color en los primeros posteriores al desastre (“para no entorpecer las investigaciones y evitar que los responsables huyan del país”), toma a las víctimas como bandera para defenderse de los ataques de la federación y ordena apresar a empleados que nada tienen que ver en el incendio, dejando incólumes a quienes deberían estar al menos detenidos, en una parodia de impartición de justicia que nadie se tragó. Entre misiles verbales, enviados desde Hermosillo a la ciudad de México, con sus respectivas respuestas de igual o mayor intensidad en dirección inversa, están los deudos de los infantes inmolados y la sociedad esperando justicia que lo único que les queda es manifestar públicamente su enojo y frustración en marchas que han sido contaminadas con la presencia de grupos enviados por las autoridades estatales y federales para desvirtuar un auténtico movimiento ciudadano cuya molestia crece cada vez más y más.
  ¿Sería mucho soñar, que cada niño de guardería contara con un seguro de gastos médicos mayores y de vida? ¿Por qué andar inventando insultantes y denigrantes cifras para compensar a los padres de familia que han perdido a sus pequeños, o fideicomisos, basados más en la arrogancia que en los deseos de apoyar y mitigar en algo el dolor de padres a quienes nunca cantidad alguna de dinero repondrá las caricias que ya no podrán prodigar o sentir de las manitas de sus niños? ¿De verdad creerán las autoridades que todo es cuestión de dinero, no de justicia?
  Ante éste deprimente panorama, podemos esperar que uno y otro bando se sigan atacando ferozmente. Seguramente veremos acciones contundentes y espectaculares de unos para desprestigiar y acabar con los otros, pero esperar que se haga justicia, nunca. O tal vez lleguen a un acuerdo, “negociación” de no agresión, a fin de cuentas la cobija es larga y alcanza para todos, mientras llega la mágica fecha electoral. Tampoco esperemos cambios, todo seguirá igual o peor después del 5 de julio, al fin que todo se olvida, hasta que otra tragedia igual o de mayores proporciones se presente de nuevo. De la misma forma, el sinnúmero de rapacerías diarias que la clase política ha cometido en contubernio con empresarios sin escrúpulos, que seguramente seguirán cometiendo, permanecerán ocultas en la oscuridad con la complicidad criminal de políticos de todos los colores. Mientras, nos seguirán pidiendo que votemos por ellos y así la vida continúa, el “show tiene que seguir”. ¿Será? 
Junio, 2009
Jorge Luis Moreno

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